sábado, 26 de octubre de 2013

Capítulo 1. ¿Quien dice que la vida es fácil?

Suena el despertador, lo paro y me doy la vuelta. Pasan cinco minutos y vuelve a sonar. Decido que será mejor que me levante. Abro el armario y saco esto:

Me meto en el baño y me ducho. Después, me visto. Me hago una coleta y vuelvo a mi habitación. Cojo mi mochila y bajo.
Cuando estoy a punto de salir de casa para marcharme a clase, mi abuela se me cruza.
- Buenos días abuela.- le digo.
- Buenos días, bonita, toma esta magdalena, cómetela por el camino.- me dice.
- Gracias abuela.- digo dándole un beso y cogiendo la magdalena de su mano.
- Que tengas un buen día.- me dice cuando ya he salido de casa.
Empiezo a caminar de camino a clase, y cuando ya he perdido de vista mi casa, tiro la magdalena en una papelera. Llego al instituto y entro en clase. La profesora de Matemáticas, aún no ha llegado. Me siento en mi sitio, y saco la Blackberry de la mochila, la pongo en silencio y saco los libros de la mochila. Suena el timbre y Marie entra por la puerta.
- Abrid los libros por la página 40 y haced todos los ejercicios, hoy no puedo dar clase.- dice con la voz ronca.
Abro el libro por la página que ella indicó y abro e cuaderno al lado. Saco un boli y apunto en una esquina los ejercicios que tengo que hacer. Después, saco otra libreta y me pongo a dibujar en ella.

Me voy a presentar antes de continuar con toda la historia.

Mi nombre es Ashley , soy de Londres.
Como veis, soy rubia, y por algunas zonas tengo el pelo más oscurito. Tengo los ojos azules, y los labios gruesos y un piercieng en la nariz.Mi piel es mas bien clara, bueno, soy Londinense, ¿Qué esperabais?
Me crié en Londres, con mi padre y con mi madre. Éramos felices los tres juntos, pero un día, ellos empezaron a discutir y se divorciaron al cabo de un tiempo. Tiempo mas tarde descubrí que se habían divorciado porque mi madre, se acostaba con otro hombre. Yo tenía trece años. Mi madre, decidió que lo mejor para mí, sería que ella se quedase con mi custodia, aunque a mi no me hacía gracia pasar mi vida en la misma casa que la persona que destrozó mi felicidad. Recién cumplidos los catorce, mi madre, Marie Jakcson, se casó con su amante, Devon Hebey. La vida con este hombre y con mi madre, era horrible. Maltrato, tanto físico como psicológico. Tenía que trabajar en los veranos para poder pagarme el material escolar del curso, y pasear perros los fines de semana para ganar algo de dinero para ropa y otras cosas que pudiera necesitar. Solo tenia catorce años.
Y os preguntareis que donde está mi padre... El de verdad... Bueno, pues mi padre, Andrew Cox, se fue de casa cuando firmó los papeles del divorcio. Se despidió de mí y meses mas tarde me envió una carta sin remitente.

Bueno, cambiando de tema, mi color favorito es el azul. Me encanta la música de Taylor Swift, Ed Sheeran, Conor Maynard y Maroon 5.
Me encanta ir a la playa y amo viajar.
No soy una chica muy enamoradiza, mas bien, me cuesta enamorarme. En mi vida solo he tenido un novio, y no me gustó nada la experiencia con ese chico. Era un imbecil.

El timbre que indica que se ha terminado la clase suena. Mientras cierro los libros de matemáticas, noto como alguien se acerca a mi mesa.
- Hola, me llamo Alex, soy nueva y me han dicho que ahora tenemos que ir a otro aula, pero no se donde está, ¿puedo ir contigo?- me sonríe una chica muy simpática.
- Si, claro. Yo soy Ashley, encantada. Vamos.- digo cogiendo los libros de química, que nos toca en el edificio de al lado.

Se me olvidaba comentaros que nunca he tenido amigas de verdad, solo conocidas de clase. Las mayores conversaciones que mantenía con ellas eran sobre exámenes o deberes. Nada más.

Por el camino, noté como la gente se quedaba mirando para nosotras, y no tardé en darme cuenta de que  todo el mundo la miraba a ella. Y no me extraña, era muy guapa.
Cuando llegamos al aula, Alex se sentó a mi lado.
- Abrid los libros, página cincuenta.- dijo John entrando por la puerta.
- Perdona.- dijo alguien al fondo de la clase.- ¿Puedo ir a tirar esto a la papelera?
- Si, pero rápido.- contestó el profesor.
El chico se levantó de la mesa y cuando pasó por delante de la mía, dejó caer un pape sobre ella.
- ¿Qué pone?- preguntó Alex.
- No lo se...- lo desenvolví y lo leí. 'You finally got a friend... '
- Nada importante.
- Vale. ¿Eres de aquí?- me preguntó
- Si, nací en Londres y me crié aquí. ¿Tú?
- Yo soy de Weston-super-mare. Es un pueblo costero. Es muy bonito, la verdad.
- Me suena ese lugar... ¿Por qué te viniste a Londres...?
- Mi padre encontró trabajo aquí. Y me vine con él.
- ¿Y tu madre?
- No la conozco.
- Lo siento...
- No pasa nada.
Continuamos hablando hasta que terminó la clase, después teníamos educación física. Yo no la hacía porque me duele mucho una pierna de un golpe que me di en la clase anterior y voy a estar unas semanas sin hacer educación física. Y Alex, que por lo visto baila en el conservatorio, no tiene por qué hacer Educación Física, así que nos fuimos las dos al aula a esperar a que pasase la hora. En seguida se pasó la clase, después teníamos clase en nuestra aula, así que no podría sentarme con Alex. Me había caído muy bien esa chica. Parecía que congeniábamos. Era muy simpática, y parecía estar siempre alegre. El timbre sonó. Tocaba recreo. Yo tenía que ir a la biblioteca para estudiar para un examen que tenía a continuación. Así, que se lo dije a Alex, y esta decidió venirse conmigo, así repasábamos juntas. Aunque ella no haría el examen porque acababa de llegar.
Nos sentamos en una de las pocas mesas de la biblioteca que quedaban libres y nos pusimos a estudiar historia. De vez en cuando parábamos para cuchichear algo, y luego volvíamos a Carlomagno. Cuando el recreo terminó, fuimos rápido al aula de historia. Nos sentamos en una de las mesas individuales, cada una y esperamos a que el profesor llegase.
El conserje, Eric, entró por la puerta y nos dijo:
- Pueden irse a casa ahora, el profesor de las siguientes tres horas no está hoy, así que se pueden ir. Ya hemos avisado a sus familias.
Recogimos y nos fuimos. Por el camino de vuelta a casa, Alex y yo, íbamos hablando de música. Teníamos gustos parecidos. Llegamos a su casa, nos despedimos con un:
- Hasta mañana.- y luego yo me fui a mi casa.
Entré por la puerta y mi abuela estaba en la cocina gritando a mi madre.
- Hola. - saludé, y subí a mi cuarto.
Abrí mis libros encima de la mesa, me puse los cascos y me puse a hacer todos los deberes. Cuando terminé bajé abajo. No había nadie en la casa, así que decidí ir a dar un paseo. Cojí mi móvil, me calcé y salí de casa. Empecé a caminar y después de un rato, llegué. Llegué a ese sitio al que solía huir de pequeña. Hacía mucho tiempo que no volvía allí. Era un lugar precioso. Había unos cuantos estanques con patos y gente mayor y niños pequeños dándoles de comer. Luego, había un caminito con bancos de metal, blancos, era un lugar muy romántico. Y una fuente con forma de cisne, preciosa. Además, había una zona más apartada en la que había un gran árbol que daba una sombra enorme. Yo, solía ir allí a leer. Y, por último, estaba mi sitio. Casi fuera del parque, hay una rampa, con piedras y hierba, es prácticamente imposible subir por allí, pero yo de pequeña, puse unas piedras de una manera especial, que si apoyas los pies en ellas puedes subir perfectamente. Pero no se ven demasiado para que la gente no suba a ‘MI LUGAR' Cuando subes, hay un gran árbol. Es realmente bonito. Yo de pequeña me subía a él, y utilizaba un agujero que tenía en el tronco para esconder mis cosas. Guardaba mi diario en una caja de zapatos que yo misma había decorado, y lo metía en el tronco de ese árbol. Sabía que allí, nadie lo encontraría. Decidí buscar ese sitio.

No recordaba muy bien donde se encontraba la rampa por la que tenía que subir, pero después de unos minutos pensando y dando vueltas, lo recordé. No me resultó difícil subir, aunque reconozco que de niña, se me daba mejor, incluso cuando llevaba mis vestidos. Sonreí al recordar los vestiditos que mi madre me ponía cuando era una niña.

Cuando ya he conseguido subir me dirijo al árbol. Me subo como puedo después de acariciar su tronco recordando todas las cosas que compartí con ese arbolito.
Hacía tanto tiempo que no subía allí que ya no recordaba como se hacía. Al principio me costó, pero luego empecé a trepar. Con 16 años, y volviendo a hacer cosas que no hacía desde los doce. Sonreí. Cuando estuve arriba, busqué mi caja. Allí estaba, en el mismo agujero de siempre, bueno, no era el mismo, ahora tenía telarañas y polvo. Cogí una pequeña ramita que había arrancada sobre el tronco y deshice la telaraña. Después, saqué mi caja de allí. La abrí, ahí seguían todas mis cosas.


En la caja estaban todas mis cosas de cuando era pequeña. Me emocioné mucho al verlo todo. Eran en mayoría cosas de mi padre. Los dos colgantes de arriba son un llamador de angeles y una pulsera del amor. Las pulseras de la oreja, las hacia con mi madre cuando to apenas tenía cinco años. La de la otra oreja, es una pulsera que mi padre me regaló por mi octavo cumpleaños, GOOD LUCK, mi padre lo grabó en ella. El diario me lo regaló mi abuela. En él lo escribia todo, TODO. Los tres colgantes de la parte de adelante, son: El primero de mi bisabuela, ella me lo regaló antes de morir. El del medio es un colgante que mi padre hizo, hizo uno con la cuerda azul y un corazón transparente para mi, y otro con la cuerda blanca y el corazón azul para el, y el último era un colgante que mi padre llevaba siempre puesto. Se lo regalé yo el día del padre cuando tenía 4 años, lo llevó hasta que se fue de casa. Que me lo dejó a mi.
Después de mirar todas estas cosas, cerré la caja y miré el reloj. Sería mejor que volviera a casa si no quería que mi madre me echase la bronca por salir sin avisar.

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