sábado, 26 de octubre de 2013

Capítulo 3. A mi no me engañas.

Me levanto antes de que suene el despertador. No me lo creo. Decido que será mejor que aproveche el tiempo que tengo. Me meto al baño y me doy una ducha rápida. Salgo y me seco el pelo. Abro el armario y saco algo simple.

Meto todos los libros en la mochila y pongo el móvil en silencio. Bajo abajo y aprovecho que no hay nadie en la cocina para sentarme a leer una revista. Paso las páginas, y no veo nada interesante. Como no quiero llegar tarde a clase después de haber madrugado, salgo de casa. No hay nadie en la calle, de pronto me acuerdo que tenia que ir a buscar a Alex.
- Hola.- me dice cuando sale de su casa.
- ¡Hola!- la saludo.- siento no haberte contestado a tu mensaje, pero cuando lo vi ya era muy tarde...
- No pasa nada, ¿Qué hiciste ayer a la tarde?- me preguntó.
- Nada en especial, salí a pasear. ¿Tu?
- Yo acabé de pintar las paredes de mi habitación.
- Que agobio, ¿no?
- No, me lo pasé bien, y además, cuando salí a comprar la pintura me choqué con un chico.
- ¿Un chico?- la miro pícara.
- Si, un chico.- responde indiferente.
- Un chico...
- Se llama Harry.
- ¿Harry? Interesante...
- Idiota.- se ríe.
- Vamos, el timbre ya ha sonado.
Entramos en clase y cada una se sienta en su sitio, yo me paso la hora mirando hacia la pizarra sin pensar en nada en especial, solo miro los garabatos de la profesora de Matemáticas.
- ¿Lo ha entendido todo el mundo?- de pronto despierto de mi trance, ¿de que hablaba mi profesora? - Si...- contesta toda la clase.
La profesora me mira y yo me limito a asentir. El timbre suena y las dos horas siguientes pasan volando. Llega el recreo, y Alex y yo vamos juntas a la cafetería.
- ¿No tienes calor?- me pregunta.
- ¿Por qué lo dices?
- Llevas una sudadera gordísima.
- No...- agarro mis mangas para asegurarme de que no ve lo que hay debajo de mi ropa.
- Bueno... Continuamos hablando de otras cosas, y suena el timbre.
Las últimas horas de clase, se me hacen eternas, pero por suerte, suena la alarma que indica el fin de las clases. Alex y yo salimos juntas y vamos andando a casa.
- Ashley, ¿esta tarde podría ir a tu casa para que me dejases los apuntes del trimestre y eso...? Para ponerme al día... Quiero aprobar, ¿sabes?
- Si, claro... Pero en mi casa no, ¿quedamos en la biblioteca?
- Vale, perfecto, te veo allí a las... ¿6?
- Okay.- sonrío y me vuelvo a mi casa inmediatamente. No hay nadie en la casa... Um... Olvidaba que mi madre iba a pasar lo que faltaba de semana a Brighton, en casa de unos amigos a las afueras de Londres, y como no... Yo debía permanecer en casa. Sola. Bueno, con mi abuela, pero a estas horas seguro estaba en casa de alguna amiga
. Decido comer un sándwich de queso, pero al tercer bocado me convenzo de que debo parar. Desde hace unos años, noto que los chicos no me hacen caso, y que no tengo amigas porque no estoy tan delgada como ellas, por eso, como lo menos posible. Me siento a ver la tele, no tengo prisa de hacer los deberes porque los haré en la biblioteca con Alex. Cuando quedan quince minutos para las seis, cojo mi mochila y salgo de casa. Conecto los cascos al móvil y pongo música. Antes de que me de cuenta, estoy en la puerta de la biblioteca. Alex se acerca corriendo.
- Hola, ¿llevas mucho tiempo esperando? Lo siento, me he retrasado quince minutos...
- ¿Qué dices? Si yo acabo de llegar.- le digo para que se calme.
- Uf, menos mal. No suelo llegar tarde a los sitios, pero es que hoy no se porque me dormí en el sofá y cuando me desperté casi eran las seis.
- Bueno, vamos a dentro.
Entramos y nos sentamos en una mesa, yo le paso todo lo que hemos dado en este trimestre, por poco se desmaya... Algunas cosas que no entiende se las explico y mientras yo acabo todos mis deberes, son las ocho y yo ya he acabado hace un buen rato, como me empiezo a aburrir bastante, cojo un libro. Me pongo a leerlo, parece interesante. Al cabo de un rato, Alex acaba, recogemos todo lo que teníamos esparcido por encima de la mesa y nos vamos. Cada una vuelve a su casa. Me lo he pasado bien esta tarde, hacía mucho que no tenía una amiga con la que pasar el tiempo, y parecía que la había encontrado a estas alturas de mi vida. Solo nos conocíamos de dos días, pero sentía confianza con ella... Llegué a casa y mi abuela estaba preparando una pizza.
- No tengo hambre.- le dije, por una vez, era verdad, con Alex había comido gominolas, y se me había quitado el hambre.
- Vas a comer un trozo aunque sea.
- Abuela, por favor... He comido gominolas, no me apetece.
- No me engañas, Ashley.
- Abuela, sabes que a ti nunca te miento.
- ¿Ayer te comiste la magdalena?
- No, la tiré...
- Esta bien, te creo, pero al menos bebe un vaso de leche con galletas. - Está bien... Bebí un vaso de leche y me tomé tres galletas con la leche. Solo por ver contenta a mi abuela, sabía que sufría mucho viéndome dejar de comer, y viendo como me llevaba con mi madre. Le di un beso en la mejilla a mi abuela, y fui a mi cuarto. Me puse el pijama y me dormí.

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